Cuento: El apadrinamiento de la muerte

Los hermanos Grimm
Un cuento sobre la muerte, obra que debes leer de los hermanos Grimm 

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Erase una vez un pobre sastre que apenas podía alimentar a sus 12 hijos. Cuando nació el hijo 13, el hombre, angustiado, salió corriendo a un camino cercano decidido a encontrar a alguien que aceptara ser padrino del niño. El sastre sabía que era la única manera para mantener a su recién nacido. El primero que pasó fue Dios, pero el sastre lo rechazó. “Dios da a los ricos y quita a los pobres. Esperaré a que venga otro”. El segundo fue el diablo, pero el sastre lo rechazó también. “Él miente y engaña a los hombres buenos y conduce por mal camino. Esperaré a otro”. El tercero en pasar por el camino fue Muerte, a quien el sastre consideró con atención. “Muerte trata a todos los hombres por igual, sean ricos o pobres. A él le haré mi solicitud”.

Muerte nunca antes había recibido una petición así, pero la aceptó de inmediato. “A tu hijo no le faltará nada”, dijo, “porque yo soy un amigo poderoso”. Pasaron los años y Muerte cumplió su palabra. El niño y su familia vivieron sin carencias. Cuando el niño finalmente alcanzó la mayoría de edad, su padrino Muerte apareció ante él. “Es tiempo de establecerte en el mundo. Tú serás un gran médico. Toma esta hierba mágica, el remedio para cualquier enfermedad en esta tierra. Búscame cuando te llamen a la cama de un paciente. Si me ves a la cabeza de la persona, dales una tintura de la hierba y tu paciente estará bien. Pero si me ves a sus pies, sabrás que es su hora de morir. Tus diagnósticos serán siempre acertados y serás famoso en todo el mundo”.

Y así fue. El joven se convirtió en el médico más famoso de su tiempo y su fama se extendió por todas partes, hasta llegar a oídos del rey. Su Alteza estaba acostado en su cama de oro y llamó al hijo del sastre. Pero cuando el joven médico llegó, en el dormitorio exquisitamente decorado vio que el rey estaba muy grave y que la muerte estaba a sus pies. El rey era muy querido y el joven deseaba curarlo de todo corazón. Rápidamente, el médico instruyó a los asistentes de la corte a que girarán la cama, para después restaurar la salud del rey con una tintura de la hierba mágica. La muerte no estaba satisfecha. Movió sus dedos largos y huesudos y, señalando a su ahijado, le dijo: “Nunca deberás engañarme otra vez. Si lo haces sufrirás las consecuencias”.

El joven médico tomó esta advertencia en serio y no desobedeció a su padrino otra vez, hasta que la hija del rey cayó enferma y él fue llamado de vuelta al palacio. Era hija única del buen rey. El noble estaba desesperado por verla así. “Salva su vida”, le pidió el rey, te daré su mano en matrimonio”.

El doctor fue a la alcoba de la hermosa doncella donde esperaba Muerte. Se colocó a los pies de la cama de la princesa, listo para llevársela. “No me desobedezcas otra vez”, advirtió el padrino, pero el doctor ya se sentía enamorado. Ordenó que la cama de la princesa fuera girada, antes de darle la tintura a base de hierbas.

La princesa se curó de inmediato, pero Muerte extendió su mano fría y blanca y sujetó del brazo a su ahijado, anunciándole: “Irás conmigo en su lugar”. Llevó al joven médico a una cueva, donde había nichos en las paredes con millones de velas. “Aquí”, dijo, “están las velas encendidas de todas las vida sobre la tierra. Cada vez que una vela se extingue y se apaga, una vida se termina. Ésta es la tuya”. Muerte le enseñó una vela que ardía casi al punto de ser sólo una plasta de cera. “Por favor”, rogó el ahijado, “durante muchos años fui tu fiel servidor. Por favor, padrino Muerte, ¿no puedes encender una vela nueva para mí?” Muerte lo miró sin piedad. La vela chisporroteó y se apagó. El joven doctor cayó muerto.

FIN


Comentarios

  1. ¡Me encanta esta historia!

    Hace años la vi representada en una función de teatro y me fascinó. ¡Gracias por compartirla en tu blog!

    Bss!

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  2. Esta genial la historia , gracias por compartirla, un saludo

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